Juan 19:1-30
Guillermo y su esposa viajaban por las Montañas Rocosas, cuando un camión que les pasó sumamente cerca hizo que su automóvil se saliera del camino y cayera en el Río Colorado. Después de esforzarse para salir del vehículo que se hundía, lucharon frenéticamente contra la corriente. El conductor de camión, que había visto el accidente, corrió por la ribera y les arrojó una soga. Guillermo nadó hasta donde estaba su esposa, la sujeto y la arrastro hasta hacer que ella se aferrara a la soga… y aquel hombre, desde la orilla, la sacó. Sin embargo, el agua arrastro a Guillermo y no sobrevivió. Había dado su vida por salvar a la mujer que amaba.
Dar la vida para que otra persona viva es la máxima demostración de amor, Jesús dijo: “Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos” (Juan15:13).
El día en que Jesús fue arrestado y crucificado dio el ejemplo supremo de sacrificio y amor personal, al recibir los azotes, las burlas, la corona de espinas, y la muerte en la cruz; por cada ser humano.
Es sombroso pensar que Jesús sufrió todo esto por personas como tu o yo, que en realidad no lo merecíamos, ya que los culpables de haberle fallado a Dios eras nosotros, sin embargo, su gran amor fue más allá.
¿Alguna vez pensaste en el hecho de que Jesús hizo eso por ti? ¿Qué murió en tu lugar?
Al hacerlo no solo demostró su asombroso amor por nosotros, sino que también hizo posible que nuestros pecados fueran perdonados y nuestra deuda fuera cancelada, para que de esta manera tengamos vida en abundancia.
Para mostrar su amor, Jesús murió por nosotros; para mostrar nuestro amor, vivamos para Él
Edward Ledezma