Lucas 24: 13-35

Juan 6: 34-35 “Señor”, dijeron, “danos el pan nuestro de cada día”. Jesús respondió: “Yo soy el pan de vida”.

Lucas 24:35 nos golpea con una nueva realidad. Cleofás y el otro seguidor de Jesús afirman que fue el momento en que Jesús partió y les dio pan que sus ojos fueron abiertos a la realidad de Jesús ante ellos. Parece que se ha creado un fin de eventos intencional que comienza durante la última cena. Jesús parte el pan durante la Pascua, con sus discípulos por última vez antes del evento de su muerte. Este es un momento de compartir y participar juntos. Jesús habla de su sufrimiento; él habla del cumplimiento de la profecía. Enmarca su comida de Pascua como parte de un pacto entre Dios y su pueblo. Sus discípulos estaban emocionados de escuchar sobre el reino de Dios en la tierra y entendieron a Jesús como el Rey que los conduciría al triunfo.

Aun así, en el camino a Emaús Jesús se les aparece a dos de sus seguidores. No pueden reconocer a Jesús, pero mientras les habla, sus corazones están ardiendo por dentro. Él les enseña cómo se han cumplido las Escrituras por los mismos eventos que han presenciado. Reciben las palabras de Jesús con entusiasmo, pero no ven a Jesús. La ceguera de estos seguidores de Cristo no termina hasta que literalmente reciben el partimiento del pan de parte de Jesús, como lo hicieron los discípulos en la última cena. Sus ojos están abiertos. Ante ellos está el rabino; delante de ellos está el rey. Sin embargo, estos títulos no están completos hasta que se pueda ver correctamente que Jesús es el dador de vida. Jesús es el pan de vida. No se apodera de los pasillos del Sanedrín; No monta un caballo y vence al ejército Romano. Reemplazando todas estas nociones de victoria, Jesús parte el pan con los creyentes, porque en Él está la vida. Recibir a Cristo significa que nuestras vidas ahora están unidas. Cuando participamos con él, el rey se acerca y se ofrece a nosotros. Él es el Rey Siervo y lo que El da, dura para siempre. Esto pone en fuga cualquier tipo de cristianismo austero, donde un hombre se disciplina a sí mismo en un comportamiento cristiano ético. No puede ser nuestro trabajo, tiene que ser suyo. La convicción dentro de Cleofás y dentro de nosotros es decir sí al mensaje de Dios. Jesús partió el pan y dio gracias. Él nos dice “toma, come, haz esto en memoria de mí”. Extendidas son sus manos perforadas. El dador de la vida, nuestro Rey está ante nosotros.

Oración: Abre nuestros ojos Señor, que nuestra duda e incredulidad se desvanezcan. Que los acontecimientos de hoy y las circunstancias de nuestras vidas no nos conduzcan por un camino difícil. Que la verdad de tu palabra arda en nuestros corazones y que el Espíritu de Dios nos guíe a encontrarte, el pan de vida. Declaramos externamente que Roma no ganó y que el diablo no prevaleció. Jesús, tú ganaste la victoria final y en ti somos más que vencedores.